Mi cuerpo temblaba completamente, pero de pronto una suave voz susurró a mi oído -Resiste Francisca-. Abrí los ojos, y lo descubrí a mi lado una vez más...
Hay días como hoy, donde quisiera comerme una flor, de esas rojas, violetas, blancas, de esas que crecen en primavera radiantes de luz, y color.
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